Carlos Abraham - Borges y la ciencia ficción. Para mí Borges siempre fue un misterio. O, mejor dicho, las apreciaciones de otros sobre Borges siempre fueron para mí un misterio.
Nunca llegué a entender, por ejemplo, a aquellos que dicen que Borges es un escritor "difícil" o que escribía para un público intelectual o qué sé yo, cuando a mí no sólo nunca me ofreció ninguna dificultad sino que, encima, me parecía un autor bastante accesible y que transitaba con frecuencia bastantes de los géneros populares y "menores" (por supuesto, me refiero a su prosa, la poesía de Borges es otro tema y quizás en ella sí se apliquen más los prejuicios de la gente). Claro, el tipo hacía gala de erudición (real y falsa, porque tenía de las dos) y eso asusta a cualquiera.
Y al que no lo asusta, lo lleva a darse dique de intelectual y así salen cientos de libros de ensayos, los cuales todos le esquivan soberanamente el bulto al tema principal del libro de Carlos Abraham: la fuerte relación que tenía Borges con la primera ciencia ficción anglosajona.
O sea, parte de esta falencia se debe, tal como lo demuestra Abraham, al mismísimo Borges, quien se encargó de borrar casi todas las huellas de la influencia de la ciencia ficción en su obra mientras que, por ejemplo, jamás ocultó su admiración por el policial inglés.
El libro de Abraham viene a clarificar muchos puntos en este aspecto muy ignorado de la escritura borgeana y, en especial, en demostrar cómo muchos de sus cuentos más famosos (
El Aleph,
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius,
La biblioteca de Babel,
El jardín de los senderos que se bifurcar, etc.) son reescrituras de relatos de H. G. Wells, Olaf Stapledon o H. P. Lovecraft, pasadas por el tamiz de la estética de Borges, quien les borró todas las marcas del género (Borges insiste que es más creíble una explicación mágica que una científica porque la primera no necesita de demostración) y les quitó todos los excesos estilísticos "maravilladores de la gilada".
También incluye un apéndice dedicado a Adolfo Bioy Casares, no sólo por su amistad y colaboraciones con Borges, sino porque éste autor también transita el género de la ciencia ficción por caminos similares pero sin borrar las marcas del género (algo que Borges siempre le reprochó).
Más allá del tema puntual, el libro de Abraham registra con interesante precisión los mecanismos de escritura borgeana, lo que lo hace atrayente incluso para el público al que no le interesa el tema de la ciencia ficción (público que, en una de esas, comienza a interesarse en el género luego de perder muchos de los prejuicios fomentados por toda la bosta que Hollywood clasifica con ese rótulo). Y pese a ser un trabajo académico,
Borges y la ciencia ficción tiene una escritura amena y de fácil acceso, lo que no es poco en un medio que se caracteriza por el uso de jergas abstrusas sólo para impresionar a los pares y parecer más inteligente de lo que se es.
Lo único criticable es la cantidad de erratas absurdas (dice "el vino" donde debería decir "albino", o Rozny se transforma en "rocín"), producto de algún perverso e ignorante corrector automático (sea digital o "tracción a sangre") que cambió lo que en el original de Abraham estaba correcto. Pero fuera de estas molestias (que cualquier lector racional puede subsanar sin mayor inconveniente),
Borges y la ciencia ficción es un libro altamente recomendable y casi de lectura obligada para todos aquellos que quieren hablar del autor más famoso que han dado estas pampas en el siglo XX.
Saurio